Como empleada pública de una
Administración Local, soy una persona joven, preparada y creo que con las
“gafas violetas” puestas (aunque a veces, también las olvido). Vengo a decir
esto, sin ánimo de ser arrogante, porque entrar en una Administración local supone
encontrarse con personas mayores que tú (por regla general), varones, asentados
en una estructura rígida y con excesivas cotas de poder.
Llevo menos de un
año en la Administración pública. Quizás (estoy segura) no todas funcionen así.
Me he encontrado muchas situaciones en las que se han dirigido a mis compañeros
cuando la idea ha salido de mí. He visto como, a veces, cuestionan mi trabajo
por el simple hecho de ser cómo soy y por ser mujer. Huelo el machismo en
muchos rincones de la oficina y en alguna que otra reunión que he tenido.
Vengo a decir todo esto porque yo
he decidido acabar con el machismo en mi Administración Pública y creo que esa
es la mejor postura que podamos tener como servidores públicos. Debemos perder
el miedo a denunciar situaciones machistas, violentas o incómodas.
No obstante, cada uno tenemos un
punto de responsabilidad individual sin la cual el objetivo común que
perseguimos (con este curso) no podrá llevarse a cabo. Así que estoy segura que
con las herramientas adecuadas (formación, contactos, capacidad de decisión…)
podremos conseguir avanzar hacia una sociedad más igualitaria.